3 ved quién es el mejor y más justo de los hijos de vuestro señor
y
ponedle en el trono de su padre y pelead por la casa de vuestro señor.»
4 Pero ellos tuvieron grandísimo temor y dijeron: «Los dos reyes no
pudieron sostenerse ante él. ¿Cómo podremos resistir nosotros?»
5 El mayordomo de palacio, el comandante de la ciudad, los ancianos
y los preceptores enviaron a decir a Jehú: « Somos siervos tuyos; haremos
cuanto nos digas; no proclamaremos rey a nadie; haz lo que parezca bien a
tus ojos.»
6 Les envió una segunda carta diciendo: «Si estáis por mí y escucháis
mi voz, tomad a los jefes de los hombres de la casa de vuestro señor y venid
a mí mañana a esta hora, a Yizreel.» (Los setenta hijos del rey estaban con
los magnates de la ciudad que los criaban.)
7 En llegando la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los
setenta, pusieron sus cabezas en cestas y se las enviaron a Yizreel.
8 Entró el mensajero y le avisó diciendo: «Han hecho traer las cabezas
de los hijos del rey.» Respondió: «Ponedlas en dos montones a la entrada
de la puerta, hasta la mañana.»
9 Por la mañana salió, se presentó y dijo a todo el pueblo: «Sed justos.
Yo he conspirado contra mi señor y le he matado, pero ¿quién ha matado a
todos éstos?
10 Sabed, pues, que no caerá en tierra ninguna de las palabras que
Yahveh dijo contra la casa de Ajab: Yahveh ha hecho lo que dijo por boca
de su siervo Elías.»
11 Y Jehú mató a todos los que quedaban de la casa de Ajab en
Yizreel, a todos sus magnates, sus familiares, sus sacerdotes, sin
dejar ni
uno con vida.
12 Se levantó Jehú y entró. Luego partió para Samaría y, estando de
camino en Bet Equed de los Pastores,
13 encontró Jehú a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y preguntó:
«¿Quiénes sois vosotros?» Ellos respondieron: «Somos los hermanos de
Ocozías y bajamos a saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina.»
14 Dijo él: «Prendedlos vivos.» Los prendieron vivos, y los degolló en
la cisterna de Bet Equed, 42 hombres, y no dejó ni uno de ellos.
15 Partió de allí y encontró a Yonadab, hijo de Rekab, que le salía al
encuentro; le saludó y le dijo: «¿Es tu corazón tan recto como el mío para el
tuyo?» Respondió Yonadab: «Lo es.» «Si lo es, dame tu mano.» Yonadab le
dio la mano, y él le hizo subir a su carro.
16 Y le dijo: «Sube conmigo y verás mi celo por Yahveh»; y le llevó
en su carro.
17 Entró en Samaría y mató a todos los supervivientes de Ajab en
Samaría, hasta exterminarlos, según la palabra que había dicho Yahveh a
Elías.
18 Reunió Jehú a todo el pueblo y les dijo: «Ajab sirvió a Baal un
poco, Jehú le servirá mucho,
19 así que llamadme a todos los profetas de Baal, y a todos sus
sacerdotes, sin que falte ninguno, porque tengo que hacer un gran sacrificio
a Baal; todo el que falte morirá.» Jehú obraba con astucia para
hacer
perecer a los servidores de Baal.
20 Dijo Jehú: «Convocad una reunión santa para Baal.» Ellos la
convocaron.
21 Envió Jehú mensajeros por todo Israel y vinieron todos los siervos
de Baal, no quedó nadie sin venir. Entraron en el templo de Baal quedando
lleno el templo de punta a cabo.
22 Dijo al encargado del vestuario: «Saca los vestidos para todos los
servidores de Baal.» El hizo sacar los vestidos para ellos.
23 Jehú vino con Yonadab, hijo de Rekab, al templo de Baal y dijo a
los fieles de Baal: «Investigad y ved no haya aquí entre vosotros
algún
siervo de Yahveh, sino tan sólo siervos de Baal.»
24 Y entró para hacer los sacrificios y los holocaustos. Pero Jehú
había colocado fuera ochenta hombres y dijo: « El que deje escapar a uno
de los hombres que yo voy a entregar en vuestras manos, responderá con su
vida.»
25 Cuando hubo acabado de hacer el holocausto, dijo Jehú a la guardia
y a los escuderos: «Entrad y matadles. Que nadie salga.» La guardia y los
escuderos entraron, los pasaron a filo de espada y llegaron hasta el santuario
del templo de Baal.
26 Sacaron el cipo del templo de Baal y lo quemaron.
27 Derribaron el altar de Baal, demolieron el templo de Baal, y lo
convirtieron en cloaca hasta el día de hoy.
28 Jehú exterminó a Baal de Israel.
29 Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de
Nebat, hizo pecar a Israel, los becerros de oro de Betel y de Dan.
30 Dijo Yahveh a Jehú: «Porque te has portado bien haciendo lo recto
a mis ojos y has hecho a la casa de Ajab según todo lo que yo tenía en mi
corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán sobre el trono de
Israel.»